sábado, 17 de diciembre de 2016

Cinismo es para perezosos

Acabo de leer un libro que me permite formular lo que yo y muchos de nosotros sentimos desde siempre. 


Quien cree en el bien del ser humano tiene la ciencia a su lado. Estudios en biología, sociología, antropología, psicología, arqueología y otros campos de investigación, nos llevan a la misma conclusión: somos buenos, no solamente tú y yo, también los otros que no conocemos tanto. Durante miles de años nos han querido hacer creer que cada individuo es egocéntrico, violento y únicamente interesado en su propia supervivencia y, para evitar estar peleándonos entre todos, necesitábamos líderes fuertes. 


La fuerza del ser humano, sin embargo, está en un profundo sentimiento de generosidad, solidaridad y deseo de bienestar. Claro que hay muestras de sobra del ser humano actuando de una forma inhumana y violenta, pero nos debemos preguntar ¿qué parte hemos desarrollado? 


El homo sapiens es lento, blando y no de los más inteligentes (han habido especies más inteligentes) y aún así consiguió sobrevivir durante miles de años. Resulta que su faceta sapiens no es su inteligencia individual, sino la capacidad de compartir conocimientos y sentimientos que nos han convertido en la especie dominante en nuestra tierra. Es esta capacidad de compartir como un acto amoroso y generoso hacia nuestros hijos, familiares, vecinos, conocidos y desconocidos que nos hace fuertes y no la supervivencia egocéntrica bélica. Los pensamientos amargos de filósofos como por ejemplo Hobbs y los cínicos líderes del mundo han sido eficaces durante miles de años, pero muy lejos de lo que realmente sentimos. Y repito, está comprobado en muchísimos estudios. El llamado realismo con su mensaje negro es el contrario de realista. 


¿Pero por qué coló su mensaje y no el mensaje realmente realista de por ejemplo Rousseau? Quizás porque somos a veces perezosos y muy fáciles de manipular. Para entender las cosas que pasan a nuestro alrededor hay que leer, aprender y preguntar. Y eso supone mucho más esfuerzo que ver mensajes en Twitter o ver el telediario cada día. 


De algún modo es más cómodo creer que somos malos, no hace falta darle más vueltas si pasa algo horrible. Sin embargo, si creemos que es el contrario, cuesta aceptar algo que sabemos que no es correcto o justo. 


El amor que sentimos hacia nuestras familias y personas cercanas es mucho más universal; al fondo preferimos que todo el mundo esté bien, incluso antes de tener el móvil de última generación o un horno autolimpiable, aunque la economía del crecimiento nos haga creer lo contrario. Nuestra necesidad de amor es más potente y más humano que el odio y la violencia. Lo único que debemos intentar es que ese amor que todos tenemos dentro se desarrolle y fluya hacia nuestras acciones y nuestro alrededor. Y estoy convencido de que esta diferente forma de estar, de ser, generaría al mismo momento una paz interior. 


Mi gran amigo Teo San Jose, diseñó hace años 'Semillas de Paz, un proyecto ambicioso contra el bullying, con el único objetivo de que los niños aprendieran a ver este sentimiento dentro de ellos mismos. Mi hermano Jan desarrolló Connect2us, una herramienta online para mejorar el entendimiento entre personas de diferentes culturas partiendo del concepto de conocerse y compartir. Y tengo otros ejemplos a mi alrededor de intentos de trabajar esta parte nuestra tan descuidada. ¿Casualidad? No creo. 


Muchos dirán que soy ingenuo. Quizás sea optimista, pero también realista y me resisto a ser cínico.

A lo mejor me defino mejor como posibilista, creo que los seres humanos podemos conseguir bienestar, solidaridad e igualdad saliendo de la idea de que somos buenos. Pero tenemos que creerlo y, sobre todo, transmitirlo a nuestro alrededor. 

Hay muchos ejemplos de empresas, servicios o ayuntamientos que funcionan sin una jerarquía, sin líderes que nos dicen qué hacer. La participación funciona, pero nos lo tenemos que creer, olvidándonos del mensaje negativo de Hobbs. 

Si creemos en el bien de la gente, si confiamos en cada uno, basándonos en muchos estudios científicos, tendremos un nuevo y verdadero realismo y desvanece la polarización entre pensamientos. Sería un sueño, ya no habría conservadores ni progresistas, nadie proclamará dogmas o creencias falsas, sino pensamientos reales y acciones realistas. 


Hace años John Lennon escribió una canción sobre eso, sin dogmas ni populismo. Simplemente nos pidió imaginarnos que somos buenos. 


‘De meeste mensen deugen’ (La mayoría de la gente es buena) de Rutger Bregman, 2019.


No hay comentarios:

Publicar un comentario